Madrid ha gozado durante la democracia de inversiones ferroviarias enormemente más altas que Barcelona. Durante muchos años, de 4 a 8 veces más (con un máximo de 13 veces en 1990).
Resulta que la «operación Cataluña» del gobierno español ahora se propone mejorar su imagen haciendo alguna inversión en Cercanías. Debemos hacer notar que las Cercanías de Madrid se han construido durante la democracia, con más de 65 kilómetros de vías nuevas y un montón de estaciones, haciendo una metrópolis de cinco millones de habitantes. En Barcelona, en cambio, sólo se construyeron, hace treinta años, los 17 kilómetros de la línea Mollet–Papiol, concebida para mercancías.
Con todo, la gran concentración de inversión en Madrid no ha conseguido distanciarse en resultados de Barcelona. Entre ambas ciudades hay una relación permanente del doble de usuarios en Madrid con relación a Barcelona, pero a copia de grandes inversiones allí, y sin ninguna aquí. Los trenes de Cercanías, en Barcelona, han perdido peso en comparación con los Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) y hasta con el bus interurbano, porque ha abandonado su responsabilidad regional.
Por si no fuera suficiente, en Madrid la inversión se ha visto acompañada por la Alta Velocidad (AV). El número de viajes ha aumentado en la larga distancia, consolidándose así la marginación de la media distancia (MD). Sabemos que las líneas de MD a Tortosa, Riba-Roja, Puigcerdà, Lleida… están absolutamente desatendidas. Pues resulta que, en términos de MD, Barcelona es la capital del reino con el 39% del total de viajeros (y hace una década había superado esta proporción). La MD explica la galaxia de ciudades catalanas y su abandono es un ataque al país.
Madrid ha gozado durante la democracia de inversiones ferroviarias enormemente más altas que Barcelona. Durante muchos años, de 4 a 8 veces más (con un máximo de 13 veces en 1990). Una concentración que había llegado a tragarse la mitad de la inversión de todo el Estado y que sólo ha disminuido a medida que la AV se ha alargado fuera de Madrid, conservando siempre el nodo central. Una concentración de inversión bestial, suficiente para que Madrid atrapara a Barcelona en la suma de viajes en media y larga distancia, que sólo ahora está consiguiendo, cuando a lo largo de la historia la primera metrópolis ferroviaria siempre ha sido Barcelona. Sólo en una década (del 2004 al 2013), Madrid ha pasado de los dos tercios de viajes en comparación con Barcelona al empate.
En esta situación, el gobierno español pretende hacer un simulacro de acciones que nos hagan olvidar un maltrato histórico de fondo. Las inversiones ferroviarias son un servicio para la gente y un combate de capitalidad en el que se ha querido someter a Cataluña. La dureza de las cifras no permite llegar a ver la equidad en el trato, porque la diferencia a equilibrar es demasiado grande.
Manel Larrosa, arquitecto
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